Sabemos que es importante vacunarse contra la influenza, a pesar de que la protección no es absoluta ni está garantizada. ¿Qué hace que el virus de la influenza sea un enemigo tan formidable?
¿Qué es un virus?
Un virus es un agente infeccioso que consiste en un ácido nucleico (ADN o ARN) rodeado por una cápsula de proteína. Al infectar una célula huésped, un virus se replica dentro de ella hasta que la célula revienta. Los virus liberados infectan las células vecinas.
Nuestro sistema inmunitario nos protege de los virus al detectarlos y eliminarlos antes de que puedan causar estragos. La detección de virus depende de «marcadores» superficiales en sus cápsulas. Estas estructuras de identificación, llamadas antígenos, son reconocidas por anticuerpos y glóbulos blancos, lo que desencadena una respuesta protectora.
Un virus engañador
Como resultado de mutaciones aleatorias durante el proceso de replicación, el virus de la influenza cambia sus antígenos frecuentemente. Este fenómeno, llamado deriva antigénica, permite que el virus engañe al sistema inmunitario, haciéndolo pensar que es otra cosa. La deriva antigénica es una de las principales razones por las que uno puede contraer la influenza más de una vez.
Si una mutación (o la acumulación de ellas) resulta en un marcador muy diferente, se produce un cambio antigénico. Aunque raros, tales cambios son responsables de pandemias como la influenza porcina.
Como sus antígenos de superficie cambian con tanta frecuencia, es imposible predecir exactamente qué cepas de virus de la influenza dominarán la próxima temporada. Lo mejor que pueden hacer los epidemiólogos es estudiar los datos y asignar probabilidades.
La vacuna contra la influenza
Las tres o cuatro cepas con mayor probabilidad de prevalencia se utilizan para producir la vacuna de la próxima temporada. Pero debido a la deriva antigénica, la probabilidad de que una cepa inesperada emerja repentinamente como la dominante, o que circulen diferentes versiones de las esperadas, es alta. En cualquier caso, el resultado es el mismo: ni la inmunidad temporal que ofrecen las vacunas ni la inmunidad más robusta derivada de infecciones previas es adecuada.
Si hay algo positivo, es que los cambios antigénicos a menudo son sutiles. Los nuevos antígenos no difieren significativamente, por lo que los anticuerpos provocados por la vacuna pueden combatir la infección a pesar de no ser una combinación perfecta. Así es como la vacuna ofrece protección parcial y reduce la gravedad de los síntomas.
La influenza estacional
Las infecciones por influenza son más frecuentes durante el otoño e invierno. Este período es conocido como la temporada de influenza estacional y tiende a alcanzar su punto máximo alrededor de febrero.
La temporada de influenza coincide con los meses más fríos porque el virus es más estable en temperaturas bajas. A diferencia de los virus del resfriado, los que causan la influenza se propagan por el aire y permanecen suspendidos por mucho más tiempo cuando el aire está frío y seco.
Incluso la palabra influenza apunta a la afinidad del virus por el clima frío. Se especula que proviene de influenza di freddo – «influencia del frío«.
(Foto principal: «H1N1 Influenza Virus Particles» by National Institutes of Health (NIH) is licensed under CC BY-NC 2.0 )